Con un temor parecido al que sentimos cuando abrimos un certificado de la Agencia Tributaria, abrimos ayer, mi querida esposa y yo, una carta sin remitente pero que intuíamos de quién era. De hecho, era de quién pensábamos. Era un sobre blanco, apaisado, con ribetes recortados, de papel grueso, de una calidez enternecedora...Era -ya lo habrán imaginado- una invitación a la boda de la hija de unos amigos. El nosécuantos de marzo. No les gusta improvisar a estos amigos. Cuatro meses antes. Para que tengas tiempo de ordenar tus finanzas y prepares lo que significa que a bodas te conviden: traje nuevo, con camisa y corbata, zapatos a juego, vestido de entretiempo con zapatos y bolso, peluquería y regalo a los contrayentes. ¿He dicho regalo? En la parte baja de la bonita targeta dónde nos invitan al enlace, hay una retahila de números que por un primer momento pensé que eran los dígitos correspondientes a mi número de convite. Como seguro ya han intuido, son los números de la cuenta corriente dónde los futuros esposos esperan que los invitados dejemos una pasta gansa, porque los regalos ya se los comprarán ellos a su gusto, gracias. Total: entre una cosa y otra, empezamos el año con un gasto de 2.000 eurillos -por lo bajini-. Ya no les explico lo que puede significar una comida de dos o tres horas sentado al lado del pelmazo de aquel conocido que hace años que no vemos, o de la señora de tal que hoy viene sola no se sabe muy bien porqué, pero que nos toca aguantar durante la velada...Lean a Larra y su banquete con el castellano viejo y sabrán de qué hablo.
Pues acabamos bien el año. Y no les cuento lo mejor. La pareja de tortolitos, esos que se casan, ya hace dos años que viven juntos, en pareja. Pero claro, los beneficios de un casamiento oficial, merecen no perderse. Ella se casará de blanco, con un traje largo. Oficiará la ceremonia algún curilla del pueblo, que aceptará seguir el montage con tal de sacar unos euros -aquí pilla todo el mundo- para seguir tirando. Los padres de ella pagarán la mitad del convite junto a la otra mitad de los padres del otro cónyuge y con la pasta de la cuenta corriente se pegan un viaje que ni el guitarrista ese de los Rollings cuando esnifó las cenizas de su padre.
El significado de la ceremonia del casamiento, su sentido iniciático, su enorme carga emotiva, todo queda relegado y resumido en el número de cuenta corriente del borde inferior de la targeta. ¡Feliz viaje, tortolitos!
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